Código Masónico
Adora al Gran Arquitecto del Universo. Ama a tu prójimo.
Haz el bien y deja hablar a los hombres.
El verdadero culto a Dios consiste en las buenas costumbres.
Haz el bien por el amor al bien mismo. Conserva tu alma tan pura que pueda presentarse a toda hora delante de Dios sin temor de reproche.
Ama a los buenos, compadece a los débiles, huye de los malvados, más no odies a nadie.
Habla respetuosamente a los grandes, prudentemente a tus iguales; sinceramente a tus amigos, y con ternura a los pobres.
No adules jamás a tu hermano, porque es una traición; y si tu hermano te adula, desconfía que no te corrompa.
Escucha siempre la voz de tu conciencia.
Sé el padre de los pobres; cada suspiro que tu rudeza arranque, será una maldición que caerá sobre tu cabeza.
Respeta al extranjero y al viajero, porque su posición los hace sagrados para tí.
Evita las disputas y prevé los insultos, poniendo la razón de por medio.
Respeta a las mujeres; jamás abuses de su debilidad y muere antes que deshonrarlas.
Si el gran Arquitecto del Universo te dá un hijo, dale gracias; pero tiembla por el depósito que te confía porque en adelante tú serás para ese niño la imagen de la Divinidad.
Haz que hasta los· 10 años te tema, hasta los 20 te ame, y hasta la muerte te respete. Hasta los 10 años sé su maestro, hasta los 20 su padre, y hasta la muerte su amigo.
Enséñale buenos principios y después bellas maneras; que te deba una doctrina esclarecida,' mejor que una frívola elegancia.
Que sea mejor un hombre honrado y un hombre útil.
Lee y aprovecha. Ve e imita. Reflexiona y trabaja; y que todo redunde en beneficio de tus hermanos para tu propia utilidad.
Sé siempre contento para todo, con todo y de todo.
Jamás juzgues ligeramente las acciones de los hombres, perdonándolas o condenándolas. Sólo Dios, que es el que sondea nuestros corazones, es el que puede apreciar su obra.